La velocidad con la que la tecnología está transformando los mercados no da tregua. La irrupción de la inteligencia artificial generativa ha llevado a las organizaciones a acelerar su transformación digital. Hoy, la competencia ya no se define solo por productos o servicios, sino por la capacidad de convertir datos en valor tangible.
Datos que antes eran inaccesibles como los videos hoy pueden procesarse, interpretarse y transformar decisiones en tiempo real. Esto permite ofrecer experiencias cada vez más personalizadas al cliente, pero sin perder de vista un objetivo clave: mantener la eficiencia y la estandarización en la gestión de procesos, recursos y operaciones. Innovar, sí, pero siempre optimizando.
En este contexto, la videoanalítica ha dejado de ser una promesa para convertirse en una herramienta estratégica. Las cámaras ya no son simples dispositivos de vigilancia; ahora son sensores inteligentes que analizan, detectan patrones, generan alertas automáticas y optimizan la seguridad, la operación y la eficiencia. Y esta realidad ya está presente en todas las industrias: desde el retail y el transporte, hasta la manufactura, la banca o la logística.
El desafío va más allá de la tecnología:
El caso reciente del Metro de Santiago, que presentó un sistema de videoanalítica con IA para anticipar delitos, controlar el comercio informal y reforzar la seguridad operativa, lo refleja claramente. Si bien destacan las ventajas de esta iniciativa, también implica recopilar y analizar datos sensibles sobre el comportamiento de miles de personas, lo que inevitablemente abre un debate sobre privacidad, seguridad, ética y responsabilidad.
Mientras Chile avanza en el uso de estas tecnologías, otros países están abriendo un debate más profundo sobre los derechos de las personas ante la IA. Dinamarca, por ejemplo, busca otorgar a los ciudadanos derechos sobre su imagen y su voz para enfrentar los riesgos de los deepfakes. Su enfoque es claro: primero deben definirse los derechos de las personas, antes de permitir que su información sea utilizada por estas tecnologías. Una señal clara de que la ley, aunque más lenta que la tecnología, está comenzando a responder.
¿Cómo equilibrar la innovación con la responsabilidad empresarial?
¿Definir primero el marco de resguardo de datos, o seguir desarrollando casos de uso mientras las regulaciones se ajustan? La respuesta no es simple, pero sí es urgente. No solo está en juego la relación con los consumidores. También puede verse afectada la confianza de los propios colaboradores, quienes podrían sentirse vigilados o expuestos si las tecnologías se implementan sin reglas claras.
En este nuevo entorno, las empresas que lideren serán aquellas capaces de anticiparse, definir usos éticos, cumplir con la normativa y proteger su reputación, sin frenar su innovación.
En BackSpace ayudamos a las organizaciones a equilibrar ese desafío.
No solo integramos soluciones de videoanalítica seguras, modulares y escalables; también acompañamos a nuestros clientes en la definición de marcos de gobernanza robustos, para convertir el dato visual en una ventaja competitiva sostenible y ética. Si tu empresa quiere adelantarse a los riesgos y aprovechar el potencial estratégico de la videoanalítica, hablemos.